No sé qué piensas del enojo, pero yo te puedo decir que es una emoción que me ha costado canalizar. Más que ser enojada, yo diría que soy “intensa” cuando habló, cuando me concentro o cuando algo no me encanta.

Cuando era pequeña me llamaban la atención por esa intensidad y así empecé a pensar que era malo enojarse.

Debo reconocer que he cometido mil errores por actuar enojada, pero también debo decir que he hecho algunas de mis mejores acciones al estar enojada.

Hace un par de años tomé el liderazgo del John Maxwell Team Español, una organización en la que formamos líderes coaches, oradores y entrenadores que a su vez forman líderes. Y la tomé porque estaba enojada. Si, así es, estaba enojada de ver tantos problemas ocasionado por falta de liderazgo. Iglesias, empresas, comunidades, países enteros sufriendo por malos liderazgos. Yo misma acababa de salir de un par de grandes problemas ocasionados por un liderazgo pobre.

John Maxwell tiene razón cuando dice que todo se levanta y todo se cae por el liderazgo. Y en los últimos años hemos visto cada vez más claramente cómo la falta de liderazgo tiene a millones de personas sufriendo.

Así que, a consecuencia de que estaba enojada, estaba haciendo algo positivo.

Hace un año y medio murió mi padre. Él también estaba enojado por las injusticias que miraba en su pueblo, una comunidad olvidada de mi país, arrasada por la pobreza, la violencia y la enfermedad. Mi papá amaba a su gente y se enojaba al ver tanto abandono. Así que hizo algo para que su comunidad cambiará. Dirigió organizaciones, denunció el abandono y buscó apoyo. Y un día pagó con su vida por esto.

Después de la muerte de mi padre tuve que repensar todo lo que yo hacía, y ¿Qué crees? Decidí que iba a formar aun más líderes buenos, tales como mi padre, porque las comunidades cambian cuando se levantan líderes buenos.

Pero en el fondo siempre pensaba que el enojo no debe ser una buena motivación.

Hace unos días mientras estaba participando en un estudio acerca del valor de la esperanza, me impactó está frase:

«La esperanza tiene dos hijos preciosos; sus nombres son Enojo y Valentía. Enojo al ver cómo son las cosas, y Valentía para no permitir que continúen así».

Agustín de Hipona,

¡Entonces comprendí que hay un enojo bueno, que ve la necesidad y se llena de valor para actuar y crear un cambio positivo!

Esta suma de enojo con valor nos mueve a la acción y nos hace mejores cada día.  Desde luego me molesta el impacto del mal liderazgo en nuestras vidas, pero no vivo permanentemente enojada, más bien pasó feliz de poder ayudar a muchas personas a que encuentren su llamado y puedan dedicar su vida a ayudar a otros y vivir de ello.

Vivimos en un mundo de grandes necesidades donde muchas cosas nos enojan, pero hay unas que nos indignan. ¿Qué crees? Esa indignación, ese enojo “santo” que estás sintiendo, no es otra cosa que una invitación.

Alguien me dijo una vez: Si notas un problema, eso significa que tú estás llamado a buscar una solución.

¿Qué te enoja? La basura acumulándose en tu vecindario, ver tantas personas que hoy no tienen trabajo, comprender la realidad de los hospitales públicos o la cantidad de jóvenes que se están quedando si educación. Si te enojan algunas de estas cosas, u otras de las miles de necesidades que pasan cada día a tu alrededor, ¿Podrías considerar que ese enojo quizá sea tu llamado a actuar y cambiar un pedacito de tu mundo?

Si es así, ¿Qué harás al respecto?