Según una investigación realizada por la reconocida empresa Gallup, el 28 de Octubre del 2011 (http://bit.ly/tb0d0X), el 71% de los empleados de compañías norteamericanas no están comprometidos o realizan acciones activamente en perjuicio de su empleador, como resultado de una completa insatisfacción hacia lo que hacen.

Las estadísticas son frías y reveladoras:

Estadísticas

  1. No comprometidos: Personas que hacen solamente lo suficiente para cumplir sus funciones, su única motivación es el pago.
  2. Activamente hostiles: Personas que realizan acciones calculadas para dañar a la empresa, tales como robar, crear problemas interpersonales, mentir, etc.
  3. Comprometidos: Personas que toman con verdadera responsabilidad su trabajo. Su empleo es una extensión de su vida. Se sienten felices y realizados por lo que hacen.

 

Más impresionante aún es darse cuenta que este 71% está integrado en un gran porcentaje por personas con niveles educativos muy altos, como graduados universitarios de pregrado y postgrado.

Interesantemente el grado de compromiso también está relacionado con la edad. La investigación encontró que el 72% de los empleados de entre 30 y 44 años no están comprometidos o están en total disgusto con su trabajo.

Estadísticas

Aunque estos datos fueron obtenidos para el mercado norteamericano, me atrevería a decir que la realidad en Latinoamérica no es muy diferente.

La gran pregunta al ver estos datos, es ¿En qué categoría está usted?

Por mi área de ocupación tengo la oportunidad de relacionarme con muchos profesionales universitarios, de entre 25 y 40 años, y he encontrado que una gran cantidad de ellos manifiestan que sienten que les falta “algo” en su trabajo. Manifiestan que aunque su trabajo es bueno, les pagan bien y hay oportunidad de crecimiento, quisieran “algo” más.  La mayoría no pueden expresar en palabras que es ese “algo” que les falta, pareciera que en el fondo de su ser saben que el trabajo debería ser “algo más”.

Sin embargo, este sentimiento se ve sepultado bajo el alud de argumentos de las personas que pregonan el “hay que ser realistas” y que indican que el trabajo es “solamente trabajo”, un medio para ganarse la vida que no necesariamente nos debe gustar. En este sentido, la gran mayoría aunque de alguna forma no se sientan a gusto con su trabajo actual, permanecen en él, porque “hay que ser realistas” y “así son todos los empleos”.

Me permito diferir de esta opinión, por dos razones sencillas y prácticas.

  1. El trabajo, si bien es cierto, es un medio de vida, ocupa al menos el 57 % de nuestras horas útiles del día. Esto significa que pasamos más tiempo en el trabajo que en nuestra casa.
  2. No es posible destacarse como buen empleado y lograr crecimiento profesional y empresarial en un trabajo que no le gusta, sencillamente porque no le dedicará todo el  tiempo y la calidad profesional que se necesita para crecer.

Muchas personas se encuentran ante la disyuntiva de saberse en un trabajo que no les llena y comprender que han invertido mucho en esta ruta y que la única posibilidad de cambio implica dejar sus carreras, quizá bajar su nivel salarial o perder una jubilación, todo esto sumado al escrutinio del público, y al miedo de aventurarse a algo desconocido y sumamente riesgo. Es el dilema de seguir el corazón y o seguir lo seguro.

Yo quisiera plantearle una interesante pregunta ¿Qué es más caro, permanecer toda su vida en un empleo en dónde no es feliz  o cambiar ahora y convertirse en el profesional o empresario que nació para ser?

Sea usted un profesional que trabaja para alguna empresa, o sea usted un empresario, el trabajo es una gran parte de su vida y si no logra encontrar algún nivel de satisfacción en lo que hace, se estará perdiendo una la satisfacción laboral de sus mejores años año productivos.

Contestando mi propia pregunta quiero decirle que es más caro estar en el 71 %. Aún es tiempo de hacer la transición.

Danos tu opinión ¿Qué le aconsejarías a alguien que esté en ese 71%?