“¡Ya no creo que pueda más Gustavo!”
Desde que comencé a construir mi sueño de convertirme en conferencista y levantar mi empresa de desarrollo humano, ha habido más de una ocasión en que le he dicho estas palabras a mi marido, ya a punto de tirar la toalla, casi siempre después de algún fracaso.
Y mi marido indudablemente siempre contesta lo mismo:
Hay que seguir adelante. No hay otra opción.
Confieso que muchas veces estas palabras no son lo que quiero escuchar. Pero indudablemente siempre me levanto y vuelvo a intentarlo.
Uno de mis héroes favoritos, Winston Churchill en uno de sus famosos discursos dijo:
“Nunca se rindan, nunca se rindan, nunca, nunca, nunca —ante ningún reto, por grande o pequeño que éste sea…”.
[pullquote]“Nunca se rindan, nunca se rindan, nunca, nunca, nunca —ante ningún reto, por grande o pequeño que éste sea…”.[/pullquote]
Churchill a través de este discurso nos dejó una de las más grandes lecciones de la vida: La perseverancia.
El camino a lograr nuestras metas está tapizado de grandes retos, trabajo duro, fracasos, pérdidas y mucho dolor. No es que sea pesimista, también pasan cosas excelentes.
Pero debemos tener por seguro que el camino no será fácil, porque sólo el que está dispuesto a no dejarse vencer y él que se levanta después de cada caída, es el que llegará al éxito.
Cuando tenemos la convicción de estar en el camino correcto, debemos luchar, debemos tener el valor encarar nuestros temores. Debemos saber que muy cerca de cuando ya duele mucho para seguir, cuando se ha acabado la energía, el ánimo y la motivación, es allí cuando debemos tomar una decisión consciente de no darnos por vencido.
Mi empresa ha estado llena de altos y bajos, pero desde que la fundé en el 2011, hemos ido creciendo paso a paso, cultivando pequeñas victorias que poco a poco se han ido haciendo grandes. Y seguimos avanzando. También hemos recibido golpes fuertes. Ha habido ocasiones en que he querido darme por vencido y dedicarme a… “vender tazas”, como le digo a mi asistente.
Por años no entendía por qué era tan necesaria la persistencia, pero ahora, años después de continuar persistiendo en mi empresa, lo he comprendido: La persistencia es un colador. Es demasiado lo que hay que aprender para avanzar. Bien dice Malcolm Gladwell que se requieren 10 años o 10 mil horas para llegar a ser un maestro en cualquier campo. Y solo los que persisten lograrán este nivel que es el que distingue a los triunfadores del resto.
Ahora que veo a mis comienzos en el 2011 me doy cuenta que, aunque tenía todas las buenas intenciones, no estaba en nada preparada para trabajar, negociar o relacionarme con las personas que trabajo hoy. Tuve que crecer en todo sentido, como empresaria, como líder, como ser humano. Y para aprender estas cosas, tuve que recibir muchos golpes. Hay personas que aprenden más fácil que yo, eso sí.
Estoy segura que tienes un sueño escondido por allí, todos lo tenemos. Quizá lo tienes dormido, quizá estás luchando o tal vez quieras darte por vencido, pero déjame decirte, esta no es carrera de velocidad, es de resistencia. Sigue adelante que un día vas a llegar.
[pullquote]“Las grandes obras son hechas no con la fuerza, sino con la perseverancia”Samuel Johnson (1709-1784)[/pullquote].
PD. Este blog originalmente lo escribí en febrero del 2010, cuando me estaba levantando del fracaso de mi primera empresa. En ese entonces aun no había pasado la prueba de la perseverancia y estaba apenas empezando a ser probada. En el 2010 este blog era muy pequeño, porque, aunque creía en lo que escribía, aun no lo había vivido. Hoy estás leyendo casi 10 años después de mucha perseverancia.
Si yo sigo adelante tu también puedes. ¡Sigue adelante!